VenÃa practicando la lección 109 de “Un curso de milagrosâ€: “Descanso en Diosâ€, me detuve en esta lección durante varios dÃas, y en medio de aquella práctica, una madrugada me llegó la idea de realizar una meditación, una meditación para compartir por medio de YouTube, una meditación nacida tras una particular experiencia que habÃa tenido con un pájaro en la playa…
 Suelo caminar por la playa, es una actividad que me encanta y esta vez lo hice en una costa cercana a un pueblo de pescadores… Un lugar donde en la madrugada se puede disfrutar el regreso de la pesca, varios hombres halando la red, en fila, diez o doce pescadores trabajando al unÃsono… Realmente disfruté mirarlos, sentirlos.
La playa era larga, de arena color marrón, estaba casi desierta, el lugar perfecto para escuchar los sonidos de las olas al romper, para sentir con los pies descalzos la orilla del mar; percibir el cielo, el silencio circundante en la madrugada, la quietud que envuelve la mente y la gratitud sentida en ese instante presente, a través del: “Maestro naturaleza.â€
Era sábado, estábamos regresando para ir a desayunar, ese dÃa mi marido me acompañó a caminar… Pasados 10 minutos de nuestro camino de regreso, vimos un pájaro agitando sus alas, tratando de volar, pero no podÃa; se caÃa sobre el peso de su cuerpo. Nos acercamos, lo tomé en mis manos y lo puse suavemente en la arena cambiándolo de lugar…. Nuevamente el pájaro agitaba sus alas -muy grandes para su tamaño-, intentaba impulsarse con el cuerpo, trataba de volar y no lo lograba… Esperamos un tiempo hasta que concluimos que efectivamente no podÃa volar.
Decidimos llevárnoslo para la casa -ubicada a 15 minutos de caminata-, nuevamente lo tomé en mis manos, cerrándole sus alas, estaba agitado. Comencé a “sentirlo† igual que sentÃa el cielo, el mar, la arena. Su corazón parecÃa salÃrsele del cuerpo pero poco a poco comenzó a latir con menos intensidad. Le hablé, lo sentà y al mismo tiempo practiqué en ese instante la meditación del curso: “Descanso en Diosâ€, la misma que venÃa haciendo hace algunos dÃas.
 Al llegar a la casa tratamos de darle agua. No abrÃa el pico, pero algo debió de haber tomado . No sabÃamos si será pichón o un pájaro adulto. Lo pusimos en el suelo para ver si volaba. Agitó sus alas varias veces; trató de caminar, se arrastró, pero no volaba, asà que dijimos: ¡necesitamos un nido!
Después de pensar varias posibilidades a mi marido se le ocurrió algo. Salió y regresó con un sombrero que le quedó perfecto como nido.  ¡Maravillosa idea! Lo pusimos allà y se quedo quietico.
Durante el fin de semana le dimos agua, lo bañamos con un chorro suave, dándole de comer con un palillito -pues no abrÃa el pico-. ¿Qué se me ocurrió de comida? Estábamos en un lugar donde no hay un supermercado cerca para comprar semillas o algo asÃ, además era un pájaro que vivÃa cerca al mar y no tenÃamos ni idea que comÃa… En ese instante me acordé y dije: ¡quinua! ¡tenemos quinua!  Asà que cocinamos quinua. El pájaro estaba sin fuerzas se quedaba muy quieto, pero algo comió.
No podÃa dejarlo dormir afuera pues cualquier animal se le podÃa acercar y “llevárselo†asà que decidà colocarlo en el baño de la habitación en la zona de la ducha. Lo veÃa y me sonreÃa al verlo tan inocente en ese sombrero blanco en el rincón de la regadera, con aire acondicionado y tratando de que comiera quinua…. Inspiraba ternura, dulzura. Inocencia.
Te vas a llamar milagros le dije…
A los dos dÃas tenÃamos que regresar a la ciudad y con ello llegaba el dilema: si es un pájaro de mar, ¿Será bueno llevarlo a un apartamento en la ciudad? ¿ó será mejor dejarlo en la playa?
Lo pensamos y decidimos preguntarle a la empleada de la casa -que vive en el pueblo cercano-, si ella se lo podrÃa llevar para su casa por unos dÃas dándole agua y quinua, a lo que nos respondió que si.
Su marido y los hijos se encariñaron con Milagros al igual que sus vecinos y amigos. Milagros se estaba convirtiendo en un “personaje†en el pueblo. Un vecino le llevaba semillas, al tiempo que el marido y los hijos de la empleada querÃan quedarse con él.
Nuris -la empleada-, me mantuvo informada, me enviaba fotos para mostrarme cómo iba recuperándose Milagros y hasta me envió también un pequeño video del pájaro dando vueltas alrededor de un periódico. Otro dÃa me contó que salió corriendo de la casa y casi se pierde.
Y llegó el dÃa en que mi teléfono sonó, era Nuris, hablaba rápido, asustada, su voz se entrecortaba. – El pájaro se voló, se voló, -dijo- la puerta estaba abierta, no nos dimos cuenta… Salió caminando rápido y luego voló… Mi marido salió detrás corriendo, los vecinos también y Milagros alzaba más y más el vuelo dirigiéndose a la playa. Ellos corrieron hasta la altura de la carretera y vieron que el pájaro volaba de regreso hacia la playa.
Me puse feliz y le di las gracias infinitas a Nuris por su amor.
Colgué el teléfono con una inmensa sonrisa de gratitud y alegrÃa; me acordé de la frase de la lección Descanso en Dios de un Curso de Milagros que dice: “En los descansos que hoy tomas cada hora, una mente fatigada de repente se alegrará, un pájaro con las alas rotas romperá a cantar y un arroyo por largo tiempo seco emanará de nuevo†UCDM L.109. Cerré los ojos y me quedé en silencio…