Time Square en Nueva York, faltan diez para las doce… La gente que lleva esperando más de 8 horas el momento de las 12:00 pm, “el fin de añoâ€, el instante en que cae la esfera con los papelitos con los deseos individuales, papelitos escritos donde se deja el “pasadoâ€, la historia individual, eso que queremos borrar de la memoria.  Â
Llega la ilusión de un nuevo año, de algo mejor; todos los mensajes por Whats App, Messenger, e-mail y el teléfono dicen: “Te deseo un feliz año lleno de (…)†…. La mente en el mismo cuento del año nuevo, pasando por el mismo sitio todos los años, todos aferrados a la idea de algo mejor en este nuevo año que comienza.
Todos haciendo lo mismo a diferentes horas, porque en el planeta tierra llega el consabido 12 de la noche en distintos momentos temporales, dependiendo de nuestra ubicación geográfica.
El beso, la sonrisa, la celebración, el deseo profundo, un deseo de feliz Año con sus adornos, sonidos, sombreros, papelitos, música, colores…  La pelÃcula completa que se crea, se cree y se goza.
Y en medio de todas estas celebraciones, de pronto, lo vi.  Me di cuenta, es como si hubiera entrado a la gran pantalla del televisor siendo consciente que es una pantalla, una proyección, una interpretación de la felicidad del fin de año, de los deseos de ese algo nuevo. Comprendà esa interpretación que da la mente a ese momento.  Todos unidos fabricando ese instante de las 12 de la noche, fabricado el mismo sueño, aparentemente a la misma hora, a veces sin ser conscientes que esa hora ya paso en Europa en Australia y en oriente.
¡Feliz año! lo decimos con alegrÃa y con el sincero deseo de, que ese “otro†tenga un feliz año. Un deseo futuro, perdido en el tiempo, saltando hacia un año feliz, saltando y soltando experiencias de un año viejo. ¿Para qué repetimos todos los años lo mismo sin darnos cuenta?  ¿Qué es lo que quiere el ego que no veamos?
¿Es qué no vemos que la felicidad es un estado mental del momento presente? ¿Es acaso una conciencia sin deseos futuros persiguiendo la zanahoria de la felicidad?  ¿Un deseo sin anhelos del pasado con sus sombras que queremos soltar y no recodar?
Tal vez el regalo de fin de año es darnos cuenta que el único tiempo que existe es el presente, este instante, donde te experimentas, donde te reconoces y reconoces al otro como conciencia presente unificada. Donde te haces consciente de las interpretaciones de la mente y sus deseos saltarines entre el futuro y el pasado de la felicidad, dejando asà de perseguir “la zanahoria de la felicidadâ€. Simplemente paras, dejas de jugar al saltarÃn. Y cuando elijes parar, detenerte, Ser, Experimentar, sentir, te das cuenta que la “serenidad-felicidad†están en el mismo instante en que eres consciente de ti mismo, de ti misma y que la zanahoria eres tú mismo en la celebración misma de la existencia como Vida Unificada … Notarás  que no necesitas ningún deseo de ser feliz, pues ser feliz es inherente a tu existencia misma en el instante presente, más allá de forma alguna..       ¡FELIZ AÑO!.